Sería solo una «vuelta» para comprar un regalo navideño. Finalmente se convirtió en una gran odisea, donde la inversión más grande fue el tiempo invertido. Acompañemos a la autora en su recorrido.
Arely Cadena
“No, mija, ni siquiera se ve. Éste tarda como dos horas”, me dijo una señora que iba pasando, no me miró y no se detuvo, de hecho apenas si la alcancé a escuchar. Quizá fue una queja al aire.
Era sábado. Eran las 10:45 de la mañana y yo estaba en la calle Aquiles Serdán, en Santa Anita, esperando la ruta 182-A, o C128-A-V2, por su nueva nomenclatura. El 182-A no es la única ruta que pasa por Aquiles Serdán, de repente algún perdido de la A05-V2 o de la nueva variante del 175 (cuyos avistamientos son escasos), pero la señora no estaba equivocada: el 182 no se veía y ya se iban a cumplir dos horas desde que un camión de la ruta había pasado por ahí.
Esa mañana me propuse ir a comprar mi intercambio para la posada del trabajo: un libro de la editorial Fondo de Cultura Económica, cuya única sucursal está en Avenida Chapultepec, a casi 19 kilómetros de mi casa en la entrada del pueblo de Santa Anita. Para poder ir a la zona de Chapultepec tengo varias opciones:
- Tomar un camión que me saque a Periférico y ahí tomar la línea 1 del tren, bajarme en Juárez y luego tomar el Sitren o bien del tren caminar un kilómetro y medio.
- Caminar un kilómetro y medio para llegar a López Mateos y tomar algún camión de los que vienen de Tlajomulco y que van a la central vieja (186 o C130 y LM-V1), bajarme en la clínica 89 del IMSS y caminar un kilómetro.
- Esperar (de 15 a 40 minutos) la A05-V2 que me saca a López Mateos y bajarme en algún punto para tomar alguno de los que viene de Tlajomulco.
- Esperar, de una a dos horas, y tomar un solo camión: el 182-A, que me deja en la clínica 89 y caminar solo un kilómetro.
Finalmente opté por la última opción, no solo por comodidad, sino también por economía.
Ruta 182-A
El 182-A es mi ruta predilecta desde que entré a trabajar cerca de los Arcos del Milenio. Al principio tomaba tres camiones de ida, porque conocía la fama de la ruta: dos horas de espera. Pero una vez que salí 5 minutos tarde, lo vi pasar y me animé a tomarlo: me di cuenta que solía pasar en ese horario, así que opté por usar esa ruta todos los días.
La ruta recorre desde la colonia Ojo de Agua en Santa Anita hasta la central vieja; sin embargo, su recorrido no es directo: sale de Santa Anita para entrar al pueblo de San Agustín (más hacia el sur) y ya de ahí se incorpora a López Mateos para, ahora sí, ir hacia el norte. El 182-A es la única ruta que saca a los pobladores de Ojo de Agua, cuya distancia del pueblo de Santa Anita es de 15 a 20 minutos caminando: si no es esa ruta, tienen que tomar un mototaxi, o caminar 2 kilómetros aproximadamente a la parada más cercana de camión o caminar unos 3 kilómetros para salir a Camino Real y 4 kilómetros y medio para López Mateos.
Entre pláticas con extraños que toman la misma ruta me enteré que existía un grupo de WhatsApp en el que avisaban dónde venía el camión y me uní. Recién que me sumé al grupo me enteré que la ruta contaba con solo 4 camiones: la U-04, U-06, U-10 y U-12. Que salían a las 5:50, 6:20, 6:40 y 7 de la mañana: esas eran las horas que se podían considerar como seguras para tomar el camión. Después, había que esperar tres horas aproximadamente (tiempo que tarda el recorrido completo del camión) a que el que salió primero volviera a base y así sucesivamente con cada camión. Por la tarde, el último salía a las 5:30 aproximadamente y se regresaba a las 7 de la central.
Los sábados funcionaba de 5:50 am a 1 de la tarde y los domingos no había servicio. Así que, si vives en Santa Anita, sobre todo en Ojo de Agua, salir hacia López Mateos o hacia el centro de Guadalajara en fin de semana y entre semana, sale o muy caro o lleva mucho tiempo.
Hace poco la ruta modificó su estructura de trabajo. Agregaron la U-09, pero tomaron una decisión extraña: por la mañana ahora solo salen 3 camiones: el de las 5:50, el de las 6:20 o 6:30 y el de las 7. Ya que regresa el primero a base, se empiezan a incorporar los otros dos camiones, por lo que más o menos al mediodía hay cinco rutas del 182-A circulando. Ahora el último camión sale a las 6 de la tarde de base. Los horarios de fin de semana quedaron igual.
La ida
Ese sábado la unidad 10 salió a las 5:50 de la mañana y la unidad 04 a las 7. Tomando en cuenta el tiempo de recorrido, pensaba tomar la U-04 a las 10 de la mañana, para regresar relativamente temprano a mi casa. A las 9 de la mañana revisé el grupo de WhatsApp y vi que la U-10 ya estaba preparándose para su segunda vuelta, así que no dudé en que todo iría de acuerdo con mi plan: a las 10 saldría la U-04.
El grupo de WhatsApp, después de que la gente tomó el camión de las 7 estaba completamente en silencio; por lo general las horas de más mensajes son en la primera corrida y en la última, pero siempre hay mensajes; sin embargo, ese sábado solo alguien había compartido la ubicación en tiempo real del U-10 en su segunda corrida y nadie había dicho nada más.
Poco antes de las 10 pregunté por la U-04, pero nadie respondió. A las 10:15 decidí salir e ir a la parada que me queda cerca, por prevención, quizá nadie avisó y el camión ya había salido. El tiempo pasaba y el grupo estaba silencioso, mientras yo esperaba a la sombra de un poste. A las 10:35 alguien preguntó que si saldría camión a las 11 y le respondieron que sí; otra persona más preguntó: “¿entonces no salió camión ahorita?”, pero el grupo volvió a guardar silencio.
Me desesperé un poco, pero decidí esperar en la parada, ya faltarían solo 20 minutos para que saliera y no había esperado tanto para que, por una mala decisión, se me fuera a ir… Se dieron las 11:02 y preguntaron: “¿saben si ya salió camión?”; a las 11:04 alguien respondió “va saliendo”. Llegó a mi parada a las 11:17. Sí: lo esperé una hora.
Autotransportes Santa Anita S.A. de C.V.
De acuerdo a una entrada en Wikipedia, la empresa que maneja a la ruta 182-A es Autotransportes Santa Anita, que proporciona un tipo de servicio de transporte público suburbano y apenas en 2019 se vieron obligados a homologarse al sistema de Mi transporte.
Sobre la empresa no pude encontrar mucha información en internet, pero sí en un grupo de Facebook llamado “Momentos camioneros GDL”, donde las personas comparten información, datos o hechos sobre el transporte público en la zona metropolitana.
Autotransportes Santa Anita no tiene una buena fama: sus camiones solían estar constantemente destartalados y quedarse varados. Además, a los camiones que se descomponían -y descomponen- los mandan al olvido, comentó alguien que prefiere “que se pudran por el tiempo a venderlos por kilo”. Se dice que la empresa descuida mucho sus camiones, tanto los que se usan como los que se dejan de usar, tiene problemas con la frecuencia y parece también tener problemas de pago a los camioneros y exceso de horas laborales.
Autotransportes Santa Anita cuenta, de acuerdo a lo que pude encontrar, con 5 rutas activas: C99, C127, C128A-V2, C100/C114-V1-2 y C128; y cuenta con 3 rutas que han cesado operaciones: 183-A, 185 y C128A-V1. De hecho, la ruta C128 (182 directo) había desaparecido en 2018, pero volvió en este año, aunque con su derrotero recortado.
De acuerdo al administrador de la página Busología, una página con muy buena información y datos, la ruta 182-A ha disminuido el número de sus unidades, “por la imposibilidad de renovar el parque vehicular que anteriormente tenían. Tenían unidades de más de 10 años de antigüedad, por lo que poco a poco fueron retiradas. En su lugar entraron 3 unidades Sigma G4 usadas, traídas de RIVER, modelo 2017, lo que haría que la ruta pudiera seguir subsistiendo. El único camión nuevo de la ruta es el U-012, un Sigma G5 que en su momento tuvo rampa, lo compró RIVER y lo pasó a esa ruta”.
Esto crea un vacío extraño entre lo que le conviene a la empresa y lo que les conviene a los usuarios: el poco parque vehicular ha hecho que la ruta pase con poca frecuencia, esta poca frecuencia hace que los usuarios, pese a que necesiten la ruta, tomen otras opciones; la falta de usuarios hace que la empresa no compre más camiones y, también, que modifique sus corridas en búsqueda de no verse afectada: no gastar más de lo que gana.
El camino
Cuando por fin tomé el camión, a diferencia de como lo tomo entre semana, no iba lleno, si acaso iban 10 personas. Quizá por esta razón es que se optó porque el camión no saliera a las 10, sino a las 11, para ver si se juntaba más gente. En nuestro camino hacia la central no encontramos tráfico, lo que sí nos encontramos fue un camión articulado de la LM-V1 y un C130, que son la competencia del 182-A, ya que a partir de López Mateos y San Agustín (con dirección a Guadalajara) tienen el mismo derrotero. Esto implicó que el chofer le pisara varias veces y aplicara alguna que otra maña para pasarlos.
El camión nunca se llenó, aunque esto parecía no ser lo que le importaba al chófer, que dejaba que los otros dos camiones agarraran el pasaje: lo que él quería era llegar primero. En el momento en el que yo me bajé, a las 12:18, íbamos solo 9 personas y 5 nos bajamos en la clínica 89.
El regreso
En el grupo avisaron de la salida de base de la U-10 a las 12. Fui a hacer mi compra tranquilamente, calculando tomar esa unidad ya que viniera de regreso, tomando en cuenta que habíamos hecho casi una hora con veinte de viaje. Caminé por Chapu con tranquilidad, miré los libros y estuve analizando varias opciones; ya con el libro en mano, me compré una malteada y caminé tranquilamente de regreso.
A la 1:21 de la tarde llegué a la parada del camión y pregunté en el grupo por la U-10. Silencio. Ahí en la parada una señora me preguntó si por ahí pasaba la ruta 182-A. Sí, de hecho la estoy esperando, le dije. Empezó una plática larga sobre los inconvenientes del camión, la preocupación que teníamos de que, como pasaba de vez en cuando, llegara solo hasta Plaza del Sol y nos quedáramos esperando.
A la 1:30 vimos al camión pasar por el otro lado, hacia la central, lo que nos tranquilizó. En el tiempo de espera, me platicó que iba de visita con su cuñada, quien se había ido a vivir para Santa Anita porque le vendieron a buen precio la casa. La visitaba de vez en cuando, pero no le gustaba tanto porque la distancia era larguísima y el camión tardaba mucho y es que, le había dicho su cuñada, era el único camión que había: la señora iba a Ojo de Agua.
A la 1:50 ella estaba desesperada, lo expresaba con su lenguaje corporal y con sus palabras: se iba a completar ya la hora de su espera. Me dijo, para llegar ahí, que antes ya había tomado el 622, así que su viaje no había iniciado con la espera, ya tenía un recorrido anterior. Yo trataba de tranquilizarla con un “ya no debe tardar” o con “es que ya de aquí no hace tanto”. Pero yo también estaba un poco desesperada. El camión pasó a las 2:05.
El viaje fue tranquilo, la señora y yo nos fuimos sentadas juntas, tenía una plática muy amena. El camión tampoco iba lleno y a lo largo del recorrido tampoco se llenó, esta vez no fue por el chofer. El tráfico fluyó un poco más lento que de ida, pero no fue imposible avanzar. Yo le atribuyo ambos hechos a que era sábado de “puente” y muchas personas o estaban fuera de la ciudad o no habían ido a trabajar.
Ese sábado se hicieron 6 corridas de la 182-A: la U-10 hizo la de las 5:50 am, 9 am y 12 pm; la U-04 hizo la de las 7 am y 11 am; la última vuelta, extrañamente, fue hecha por la U-06 a la 1 de la tarde, quizá por el retraso de una hora que tenía la U-04.
Llegué a las 3:25 a mi parada, había aproximadamente 12 personas en el camión: 12 personas que necesitaban la ruta en sábado. La señora (que no logro recordar si mencionó entre conversaciones que su nombre era Chelita, Chepita o algo similar) siguió su trayecto, todavía le quedarían entre 15 y 20 minutos de camino, entre 3 y 4 horas hizo de recorrido para llegar a Santa Anita a visitar a su cuñada. A mí, en cambio, me tomó casi 5 horas y media de mi día ir a comprar un libro.