El autor de la siguiente crónica es experto en el tema, no solamente por el seguimiento que le ha dado, a través de los años, sino porque puede contar esto a través de la experiencia que le ha dado el vivirlo en carne propia: nadie se lo ha contado, él lo ha vivido y sufrido. Los males con los que nos toca enfrentarnos en la zona metropolitana de Guadalajara no son de generación espontánea: tienen un origen y una razón; eso queda demostrado en el presente texto.
Víctor César Villalobos “El Chiva”
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La plaza que engulló un río
Avenida de la Patria es un río interior. Quiero decir: un circuito interior. Quiero decir: llueve dentro. ¿Guadalajara en un llano? Reformulo: Avenida Patria se desborda porque era un río. El río Atemajac.
El historiador José Ibarra, en “El Río de Atemajac”, indica que, “en su origen, el Atemajac es un río de aguas de manantial que bifurca en la zona norte de la ciudad, y obtiene su nombre precisamente de estas condiciones y del Náhuatl ‘Atemaxaque[1]’ (lugar donde bifurcan agua las piedras)”. Por su parte, Navarro Serrano menciona que “las aguas del Río Atemajac comienzan su recorrido en las cercanías del bosque de Los Colomos, arroyos como El Chocolate, La Campana, Colomos o barranca Ancha son los que alimentan este afluente” y que “antes de la llegada de los españoles, en la zona ya existían localidades asentadas como Zapopan, Atemajac o Zoquipan, los cuales eran dominados por el reino de Tonalá”.
Esta ciudad se desbarata con las inundaciones desde dentro. Dentro llueve. Frescos quedan los émbolos que hemos ofrendado cada año en forma de cadáveres a sus caudales –furiosos se desbocan en cada temporal– que luego encontramos aguas abajo, flotando inermes en sus ataúdes de cuatro ruedas.
El 10 de junio de 2018 empezaron a difundirse, a través de redes sociales, videos tomados desde el celular de los clientes de la plaza que dan nerviosa cuenta de la charca en que se convirtió un estacionamiento subterráneo de Plaza Patria: una camioneta blanca suena su alarma y las intermitentes apenas se ven justo por encima del agua que las cubren. Otros autos corren la misma suerte en ese paneo del apocalipsis nuestro de cada día.
Ibarra apunta que hubo, durante la década de los 70, un “boom” que buscaba la modernización de esta parte del país, lo que provocó que “se entubara parte del río y los desperdicios de los registros de instalaciones hidráulicas y sanitarias de los primeros asentamientos en el poniente y en la ribera del río”. Como siempre, “la inexperiencia y poco interés en la planeación urbana”, así como la falta de adelantos tecnológicos hizo de la zona la represa que ahora conocemos, pero ahí la historia no termina:
La periodista de El Diario NTR, Violeta Meléndez (2018), consigna que “el arroyo del [Río] Atemajac perdió 600 metros lineales de su trazo original desde avenida Américas hasta Ávila Camacho, sobre Avenida Patria, para dar lugar al centro comercial en 1974”, de la mano del empresario Roberto Hemuda Debs.
“A pesar de tener incrementos sustanciales de caudal en temporada de lluvias, ese tramo que desapareció de la superficie fue entubado y enviado al subsuelo para permitir la construcción de la plaza. El arroyo fue sometido a un embudo de capacidad limitada”, de acuerdo con lo que menciona la periodista.
Esto ha provocado que históricamente la zona de Avenida Patria que va de la plaza a Colomos II, cuando llueve, se vuelva una ruta navegable, ya que el canal que va por el centro de la rúa llega a elevarse hasta un metro de altura.
Recuerdo que, a mediados de los años 90, los minibuses eran los únicos automotores que podían desplazarse por la avenida justo en el cruce con la calle Alberta. Era cosa digna de ver aquellas olas que bien pudieran haberse utilizado para sacar la tabla y envolverse en esa agua color café grisaceitosa que chorreaban los autobuses urbanos. Y ni hablar de las islas que formaban los autos particulares varados con alguno que otro “vocho” en modalidad guerrera que surcaba las mentadas olas y escurrimientos.
Luego llegó la ampliación autorizada en 2016.
“Esta expansión incluye la construcción desde cero de los pisos uno y dos, ampliación de la planta alta y baja ya existentes, así como de un deck mezanine (un piso subterráneo intermedio entre pisos principales) y un sótano, según especifica el plano tres de 12 que se anexó a la autorización de modificación de proyecto que el 26 de agosto de 2016” (Meléndez, 2018).
Hay otro video: los músicos que paga la plaza para amenizar en la parte baja del centro comercial tocan con honor de naufragio. En el fondo, una cascada improvisada de lluvia natural llena con su estruendo y su humedad el espacio, mientras ellos tocan una versión instrumental de “My heart will go on”, de Titanic (Cameron, 1997). Luego la playa en que se convierte la planta baja en la que el agua poco a poco va ganando y conquista algunas tiendas de ropa, que registraron cuantiosas pérdidas.
Yo iba mucho a la plaza a finales de los años 90. La razón es más bien sentimental y tiene que ver con los carritos de churros rellenos que hay dentro de ese mall, que ya varias veces ha sufrido percances.
Guadalajara en un llano; Guadalajara es un río navegable cuando llueve, gracias a la corrupción.
[1] Las cursivas dentro de las citas textuales son mías.