Apenas es una cuadra, pero hay mucho qué decir de ella. La callecita que está atrás del teatro Degollado esconde mucha historia en apenas unos metros: ligada por su nombre irremediablemente al teatro que la acompaña cerca y a quien fuera llamada “el cenzontle mexicano”.

 Heriberto Glez Pineda

 

¡TREINTA Y DOS! fueron las veces que salió Ángela Peralta a agradecer los aplausos recibidos, después de protagonizar Lucía de Lammermoor en el teatro La Scala de Milán en 1862. Cuatro años después, con la misma ópera, inauguró en Guadalajara el entonces Teatro Alarcón.

El reconocimiento del público tapatío, a la mejor soprano del mundo, no podía quedarse atrás y para hacer más inmensa la memoria, una calle posterior al renombrado Teatro Degollado fue bautizada con el nombre de la entonces «Cantarina de cámara del imperio” (de Maximiliano): Ángela Peralta.

Custodiada por don Miguel de Ibarra, primer alcalde de la ciudad, la calle comienza en la Plaza Fundadores, justo en el cruce con Morelos ante la mirada cómplice de doña Beatriz Hernández. Recordemos que antes de la creación de la Plaza Tapatía el mismo trazo de calle perteneciente al sector Hidalgo tenía el nombre de Cruz Ahedo y hoy se llama Paseo Collado.

La información en las placas de la calle nos recuerdan el código postal del centro tapatío, 44100, así como la breve información de a quien honra: Ángela Peralta (1845-1883) Cantante mexicana del siglo XIX de fama mundial, conocida como el Ruiseñor Mexicano.

Un establecimiento de hamburguesas ocupa el local de la esquina, donde antes estuvieron diversas mueblerías. Construcción adecuada y modificada a lo largo de los años, un logotipo en relieve nos anuncia quienes ocupan la parte alta del inmueble.

Justo enfrente se encuentra el costado del edificio Camarena, que durante los últimos 40 años alberga los juzgados civiles del estado, que si bien tenían su domicilio oficial en la calle Morelos, era por una puerta lateral que entraban y salían quienes ahí trabajaban, incluso algunas convocatorias oficiales eran atendidas en Ángela Peralta número 32. El nombre del edificio viene gracias a que la familia de dicho apellido fue propietaria por más de 100 años hasta que el gobierno del estado lo compró. De agradecer a los involucrados por mantener intacta la hermosa fachada del edificio.

Basta con levantar la mirada para observar sobre el número 27 una de las pocas construcciones tapatías con cariátides, es decir, columnas con forma de mujer vestidas con traje telar. La casa data de 1934 y fue construida por el arquitecto Porfirio Villalpando. Este lugar fue por muchos años el domicilio del doctor Humberto Avilés, quien fuera conocido en varios estados de la república por sus remedios naturistas. La cultura popular lo recuerda como el padre de la cantante Kenny, la de los eléctricos.

“Quien a través de su obra ha dado a su pueblo un lugar privilegiado en el corazón del mundo” cita una placa en el número 35, casi desapercibida como toda la calle. Es la casa donde nació, en 1906, el pintor musical de México: Pepe Guízar. No está de más mencionar que es Guadalajara, la canción, su obra más recordada. Necesitamos un poco de suerte y con ayuda del departamento de parques y jardines aún percibimos ese olor a tierra mojada inmortalizado en esa pieza.

Al final de la pequeña calle se encuentra el edificio que tiene su domicilio en Pedro Moreno 152, construido en la década de 1960 por el arquitecto Julio Acevedo para la familia Chalita. Llama la atención el contraste con las construcciones aledañas, lo que aparenta fueron viviendas y oficinas hoy se encuentran abandonadas; no así la parte baja que gracias al nutrido tránsito de peatones ha sido solicitado a lo largo del tiempo por diversos negocios comerciales.

Ochenta metros de extensión parecen pocos para albergar enormes referencias musicales. La corta longitud de la antigua Calle 6, junto con su nombre, también nos deja un sentimiento de gratitud al no haber sido bautizada con el nombre completo de la soprano: María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta Castera.

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(Crónica leída en el programa Polifónica de Radio Universidad de Guadalajara, 
el viernes 28 de febrero de 2020, por el autor)