Como parte de las historias que se sucedieron antes, durante y después de los comicios electorales en nuestro país, José Luis nos cuenta la historia de Mario, que de una u otra forma fue -y es- la de muchos.

 

Por José Luis Romero

 

Foto: CNN México

CNN México.

Las elecciones se acercan

Unos días antes de las elecciones, Mario pensó en ser representante de partido por el PT, como voluntario. Él prefiere los partidos de izquierda. Cuando estudió la preparatoria llevó la clase de Desarrollo de la comunidad, allí obtuvo su “conciencia de clase”.

Mario había visto una oficina del PT en Tlaquepaque, cerca de su casa. Cuando llegó al lugar, encontró que estaba cerrado. Ya no había ningún letrero de la organización en el local. A una persona que pasaba por allí, le preguntó si sabía adónde se había cambiado la oficina. La persona respondió que no pero que sabía “dónde están las oficinas del PRI”.

Se puso a pensar qué podría hacer y se dirigió al parián. Siempre hay policías en esa zona y creyó que le ayudarían. Al acercarse vio a un policía y se dirigió a él. “¿Sabe dónde están las oficinas del PT?” “No, no sé. Pero las del PRI están cerca de aquí.” “El PRI no me interesa. Quiero ser representante del PT.” “Mire, a lo mejor lo pueden ayudar en aquella caseta, donde dan información turística.” Mario fue hacia ella.

“Disculpe, ¿sabe dónde están las oficinas del PT?” La chica, a quien le preguntó, entrecerró los ojos y apretó los labios. Ya se estaba acercando una mano al mentón cuando volteó hacia su compañero y le repitió la pregunta. El muchacho se levanto y le dijo: “No, de la oficina del PT no tengo idea. Si quiere puede ir a la del PRI que está cerca. También sé dónde está la del PAN.” Mario le dio las gracias.

“¡Oiga, oiga!”, le gritó el muchacho, cuando Mario sólo había dado unos pasos. “Si le interesa, la oficina de Movimiento Ciudadano queda por aquí.” ¡Ahora sí! Este partido también compartía la ideología que Mario tenía desde la prepa. Iría a ofrecer su ayuda.

El mero día

Van varias veces consecutivas que Cristóbal ha sido seleccionado para participar como funcionario de casilla. Esta vez le tocó ser presidente. El domingo de las elecciones, tuvo que llegar temprano para la instalación de la casilla. Los demás funcionarios llegaban poco a poco, al igual que los representantes de partido. Aunque la casilla abrió sin contratiempos, en el resto de la jornada habría dos situaciones molestas.

Los votantes estuvieron llegando todo el día. Cristóbal saludaba a los vecinos intercambiando pocas frases. El platicador en la casilla era el secretario. Aun habiendo mucha gente, éste no dejaba de sacar plática a sus conocidos. Los demás funcionarios seguían en su trabajo.

Por la tarde se presentó la primera complicación: los representantes de partido quisieron votar. Esto pudo haberse hecho sin problema. Pero Cristóbal detectó que el documento que acreditaba a las dos mujeres del PT como representantes, sólo era válido para la casilla federal. “Déjanos votar.” Cristóbal se negó. “Por favor. Ándale. Revisa bien los artículos que vienen en el manual.” Todos dudaban un poco qué hacer. Las representantes del PAN sí estaban acreditadas para ambas casillas. Cristóbal encontró los artículos con que justificaba no dejarlas votar. “¿Por qué eres tan cerrado?”

El segundo problema se presentó al cerrar la casilla. Con tanta plática, el secretario había andado lento y no tenía listo su trabajo. La casilla donde estuvo Cristóbal fue la última, de las cuatro que estaban en ese lugar, en sacar la sábana con los resultados. Era alrededor de las once de la noche. A esa hora, Aristóteles ya terminaba el festejo de su triunfo en la Minerva. Qué importaba una casilla más o menos en el conteo. La población ya sabía que Aristóteles tenía más de quince puntos que Alfaro en las encuestas de salida.

En la noche y con resultados

Antonio fue a la secundaria que queda cerca de su casa. Allí estaba instalada una casilla y su mamá era funcionaria en ella. En la puerta estaban dos personas platicando. Uno de ellos estaba a favor de los candidatos de “las izquierdas” y el otro era miembro del PAN. Antonio se acercó y participó en la plática. (Los tres se acababan de conocer.) Cada quién daba su opinión sobre las campañas electorales, los candidatos y los errores que habían cometido, entre otras cosas.

La puerta de la secundaria se abrió. Antonio pensó que era su mamá pero era el par de muchachas representantes del PAN que estaban asignadas a esa casilla. Junto con ellas salió un señor. Las muchachas saludaron a quienes estaban afuera y fueron a ver las sábanas con los resultados de las casillas en la elección para gobernador. Allí Alfaro pasaba por más de ciento cincuenta votos a Aristóteles. “¿Por qué dirán que Alfaro perdió?”, se preguntaron las chicas.

El señor que había salido con ellas empezó a decir que no comenzaran a desprestigiar el trabajo de los ciudadanos, que en esa casilla todo había sido legal, que no fueran a salir a la calle a afectar a terceros. “Alfaro ganó aquí pero seguramente perdió en otras casillas. Ustedes no le dan valor al trabajo de los ciudadanos que estuvieron como funcionarios. Luego salen con que hubo fraude y se ponen a crear caos en las calles.”

Nadie entendió qué pasaba. Se le preguntó al señor quién era y respondió que él estaba allí como ciudadano. La gente del PAN decidió irse, aunque no sin gritarle que era un acarreado del PRI. Sólo cuando salió la mamá de Antonio se supo que era el director de la secundaria donde estaba la casilla.

Despiertan de la pesadilla

Durante la noche, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) estuvo haciendo su conteo. En la mañana, el resultado era que Peña Nieto ganaba a López Obrador con un amplio margen pero menor que el dado por las encuestas de salida. En la elección para gobernador de Jalisco, Aristóteles ganaba a Alfaro. El conteo del PREP daba resultados muy cercanos entre los dos candidatos. Las encuestas de salida también aquí habían fallado y por mucho. Mucha gente se extrañó por fallas tan marcadas. Además, previo a las elecciones, muchísima gente decía que votaría por Alfaro. El malestar social se sentía desde los datos tempranos que daban por vencedores a los del PRI.

Sin saber cómo, el Parque Revolución (Parque rojo) fue el punto de reunión de varios ciudadanos. Aunque costó trabajo decidirse qué hacer para manifestar su inconformidad, decidieron salir a marchar por Av. Juárez. Ni era mucha gente ni se sabía adónde ir, sólo caminaron. Llegando a Av. Unión, se notaba más gente; la franja formada abarcaba poco más de media cuadra. Se decidió seguir por Morelos, tapando sólo un sentido del tránsito. La gente gritaba: “Aris y Peña, la misma chingadera.” “No nos mi-res, ú-ne-te.” Mientras, los oficiales de tránsito vigilaban la integridad de los inconformes. Algunos policías también iban escoltando a la gente. A veces, algún automovilista pitaba de conformidad o mentaba madres porque no lo dejaban pasar.

El destino de la marcha fue la esquina de Florencia y López Mateos, donde está el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC). “Si hay imposición habrá revolución”, gritaban los manifestantes. Unos minutos después, la gente calló. Era tiempo de organizarse. Varios integrantes pedían unidad con los movimientos surgidos previos a la elección. Trataban de organizar actividades de volanteo e información en barrios. También citaron para otra marcha, sería al día siguiente.

En esta marcha, no estuvo Antonio ni Mario. Cristóbal sí caminó todo el trayecto. Fue presidente de casilla y vio la enorme diferencia de votos a favor de Alfaro. Él sigue sin creer que Aristóteles ganara la gubernatura y dice que seguirá mostrando su inconformidad.

Jose LuisJose Luis Romero Ibarra es Profesor Investigador Asociado, en el CUCEI de la UDG. Doctorado en Ciencias en Física, estudió la secundaria en la Técnica 4 y vivió un buen tiempo en Chile, país al que extrañamente extraña, y al que en realidad nunca se acostumbró del todo. Miembro de la Sociedad Mexicana de Física y ahora miembro de la sociedad de los cronistas compulsivos, arropados tras la deidad de El Huevo Cojo.